Los activos para «vender el país»

* Crédito columna: Fernando Masi, director del Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (CADEP).

El marketing es una buena herramienta para la venta de productos, pero sus efectos son limitados cuando se trata de “vender el país”. En el primer caso, la acumulación privada de capital está motivada por el afán de maximizar ganancias, convirtiéndose en un proceso más fácil y rápido que la formación de los activos de una nación cuyo fin es la maximización del bienestar de la población. 

El gobierno Cartes se ha embarcado en una campaña promocional que presenta al Paraguay como «el tesoro mejor guardado de América del Sur» aún por descubrir, para atraer suficiente capital para el desarrollo de la infraestructura y la producción del país, estrategia que ha logrado llamar la atención de inversionistas y gobiernos extranjeros, como también de la prensa internacional.

Como parte de la estrategia de «vender el país afuera», fueron enviadas múltiples misiones comerciales y empresariales a diversas regiones del mundo desarrollado y a las economías emergentes; fueron recibidas delegaciones empresariales de diversos países y se pagaron artículos y anuncios en la prensa internacional sobre las ventajas del Paraguay para la inversión extranjera.

Para demostrar las ventajas del Paraguay, más allá de los argumentos de la energía abundante, la mano de obra barata y los impuestos bajos, era necesario exhibir la posesión de activos. Estos últimos tienen que ver con el crecimiento económico sustentable, el aumento de los gastos sociales, la educación de la pobreza y el incremento de los gastos en obras de infraestructura y logística, además de otros activos de orden político-institucional.

Todos estos activos son logros de gobiernos anteriores, facilitados por los esfuerzos del sector privado en los últimos veinte años. Así, el posicionamiento del Paraguay como uno de los mayores productores de granos y carne en el mundo fue el resultado de un trabajo importante del sector privado para lograr un salto tecnológico significativo en la producción agropecuaria.

Como es sabido, el crecimiento económico sostenido de los últimos doce años tiene su base en un crecimiento geométrico del sector agropecuario.

A su vez, este crecimiento económico sostenido no hubiera sido posible sin un soporte de las políticas públicas, que desde el 2003 se han traducido en una macroeconomía estable y en reformas en el campo tributario, comercial, del crédito público y de las finanzas públicas.

El otro activo importante es la reducción de los niveles de pobreza en el país a partir del 2003, de alrededor de 40% de la población a 24% en 2013.Esto es, al mismo tiempo que la pobreza extrema disminuía de 19% a 10%.

Para que ello tuviera lugar no solamente fueron necesarios los altos niveles de crecimiento económico alcanzados, sino también el inicio y la profundización de la inversión social que llegaba a sus niveles más altos en 2008/2013. En este mismo período la ejecución de obras de infraestructura se duplicaba o triplicaba con respecto a épocas anteriores.

Así, el gobierno actual heredaba un país estable macroeconómicamente, con altos niveles de crecimiento económico, incremento importante de los gastos sociales, reducción igualmente significativa de la pobreza y mayor nivel de ejecución de las obras públicas.

Esta administración apostó a mantener y mejorar las finanzas públicas, a atraer en forma masiva la inversión extranjera, tanto para la producción como para elevar los niveles de ejecución de las obras públicas, así como a mantener y aumentar los gastos sociales.

En el plano de las finanzas públicas, la Ley de Responsabilidad Fiscal ha sido una buena medida para controlar el gasto público. Sin embargo, a pesar de la implementación de un esquema más simple del impuesto a las actividades agropecuarias, la contribución de agricultura empresarial sigue siendo muy baja, lo que no permite una necesaria mayor presión tributaria.

Al mismo tiempo, el ritmo acelerado de endeudamiento público se va orientando, cada vez más, al repago de la deuda contraída antes que al financiamiento de las inversiones públicas.

En términos de la presencia de capitales extranjeros para las obras de infraestructura, las licitaciones y adjudicaciones se encuentran atrasadas, aunque con mayor ejecución que en años anteriores, con el financiamiento del dinero público.

De otro lado, durante la actual administración los flujos de inversión extranjera directa (IED) se redujeron, luego de haber experimentado un crecimiento superlativo en el período 2007/2012.

Este boom de la IED en el Paraguay, en el período mencionado, ha tenido lugar sin que haya mediado una estrategia o campaña agresiva de atracción de capitales extranjeros.

También existen dudas acerca del aumento de los gastos sociales que las cifras oficiales reportan en los últimos años, porque el Ministerio de Hacienda decidió adicionarles las transferencias a municipios y gobernaciones sin realizar ese ajuste en los datos de años anteriores.

Entonces, excluyendo esas transferencias, los gastos sociales del actual gobierno resultan ser inferiores a los realizados por el anterior. Además, si bien la pobreza se ha reducido en 2%, la pobreza extrema no ha disminuido últimamente.

Como se puede observar, los resultados obtenidos hasta el momento son mixtos. La economía sigue creciendo, con niveles menores pero por encima del promedio latinoamericano. Ello como consecuencia de la fortaleza de la producción agropecuaria del país, que continúa en aumento y con rentabilidad a pesar de la baja de los precios internacionales.La estabilidad macroeconómica se mantiene pero con dudas en el futuro.

Aunque el inicio de obras de envergadura se dilata, hay un esfuerzo importante en la ejecución de las inversiones públicas en infraestructura.

Existe una menor preocupación por los gastos sociales y los niveles de pobreza. Los resultados de los esfuerzos por atraer la IED, principalmente al sector industrial, han sido hasta ahora parciales.

De todas maneras, el gobierno ha sido exitoso en su marketing orientado a vender el país tanto afuera como adentro, aunque con menor credibilidad en el ámbito local.

Con la producción de datos oficiales menos rigurosos y utilizando los activos acumulados por administraciones anteriores, el gobierno Cartes transmite mensajes de conquistas propias que se ofrecen como ventajas para el inversor extranjero.

El desafío principal para el gobierno Cartes, y para los que le sucedan, es mantener y hacer crecer los activos generados en la década pasada. Pero, sobre todo, hacer más eficiente y menos clientelista la función pública, más confiable el sistema de justicia y más predecibles las decisiones políticas.

Cuando se consigan estos últimos activos, el marketing pasará a segundo plano y el país se «venderá» solo.

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