La distribución de la riqueza sería injusta para 85% de los latinoamericanos.
Crédito: Diario La República, Colombia – RIPE.
América Latina ha tenido un fuerte impacto por el COVID-19, Brasil, Perú, Colombia, México, Argentina y Chile se encuentran entre los 15 países con mayor número de contagios, y las medidas de los gobiernos para mitigar la crisis han traído como consecuencia un incremento en la desigualdad en la región.
Son los mismos latinoamericanos quienes perciben la desigualdad, según una encuesta que realizó el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), 85% de los consultados considera que la distribución de ingresos en la región es injusta.
Actualmente, y según cifras del BID, en el país promedio de América Latina y el Caribe, el 10% más rico de la población gana 22 veces más que 10% más pobre. En cuanto a los ingresos antes de impuestos, el 10% con más ingresos gana más de la mitad del ingreso nacional.
“Las oportunidades desiguales basadas en la raza o el género, el acceso desigual a los servicios de salud y a buenas escuelas, el tratamiento desigual ante la ley y la dignidad desigual en la manera en que las personas son tratadas en la sociedad también moldean las percepciones”, según el reporte del BID.
Esta desigualdad que perciben los ciudadanos se ha incrementado como resultado de las medidas de contingencia para enfrentar la pandemia, pues como resultado del alto porcentaje de informalidad y la poca productividad de la región, el aislamiento social habría incrementado el desempleo y por lo tanto, disminuido los ingresos.
El más reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo señala que a pesar de que América Latina ha sufrido varias recesiones en los últimos años, ésta en especial ha afectado a la población vulnerable y con ingresos más bajos.
Según cifras del informe en 70% de las familias ubicadas en el quintil de menores ingresos al menos uno de sus integrantes perdió el empleo durante la pandemia, mientras que en el quintil más alto la cifra habría sido de 20%.
En cuanto a las oportunidades para teletrabajar, los dos primeros quintiles registran que en 33% de los hogares tenían al menos un familiar haciendo teletrabajo, mientras que en los quintiles con los ingresos más altos la cifra era de 65% (Ver gráfico).
La imposibilidad de hacer teletrabajo no solo estaría conectada con el acceso a internet o herramientas tecnológicas. Según señalan expertos convocados por el BID en el caso de los empleos de los trabajadores menos cualificados, o los sectores del comercio minorista, construcción, agroindustria, y todos aquellos que requieren proximidad personal, no tienen la opción de migrar hacia la digitalización del trabajo.
El informe señala que este tipo de crisis afecta también a otro grupo poblacional: la clase que tiene ingresos medios, pero que se encuentra cerca al umbral de la pobreza, pues un cambio repentino en sus ingresos podría hacerla volver a esa clasificación.
Por ello, el BID sugiere que los cambios en los niveles de desigualdad que están anclados a los porcentajes de pobreza son mucho más frágiles pues pueden cambiar con mayor facilidad. Por ejemplo, de 2002 a 2012 el porcentaje de pobreza pasó de 42,3% a 27, 7% y en 2018 la cifra cayó a 23,1%, tiempo en el que el porcentaje de desigualdad también se redujo.