Crédito columna: Marcelo Rojas Decut.
La inversión en el sector de empresas de tecnología financiera (fintech) en América Latina ha alcanzado una cifra histórica de más de US$ 8.000 millones al 2020.
Sobre un total de 1.075 compañías fintech que fueron relevadas en Brasil, México, Argentina, Colombia y Chile, las rondas de inversiones sumaron capitales por US$ 8.092 millones, de acuerdo con el último informe de KoreFusion.
Con relación al destino de esas inversiones, el 50,5% del capital invertido fue destinado a la categoría que presta servicios de Pagos, el 24,5% se destinó a la categoría Préstamos, mientras que los bancos digitales captaron un 21,6% del total invertido.
El potencial del mercado fintech latinoamericano es enorme. Esto se debe al elevado uso de smartphones e internet, y la existencia de un alto porcentaje de personas sin acceso a bancos o sub-bancarizadas en la región.
Adicionalmente, la gran mayoría de las pequeñas y medianas empresas (pymes) que conforman la mayor parte de las empresas del sector privado, enfrentan importantes dificultades para acceder a los servicios financieros en el sistema bancario tradicional.
Un dato destacable es que aún frente a las dificultades de la pandemia del COVID-19, las fintech latinoamericanas han conseguido financiación por valor de 525 millones en el primer semestre de 2020 en un total de 74 operaciones, de acuerdo con un reporte de Latam Fintech Hub. El hecho de que el 88% de esas operaciones se hayan concretado a través de inversiones en Equity, refuerza el apetito inversor por las empresas de tecnología de la región.
Los crecientes volúmenes de inversión en el sector fintech latinoamericano, es un reflejo de la transformación inevitable del sector financiero. La revolución digital ha llegado para quedarse, y el COVID-19 cambiará aún más el tablero para todos los actores: bancos y fintech.
Como señala el último informe de PwC Fintech Global Report, para las entidades bancarias “el acceso al talento, la tecnología y el potencial innovador de las fintech a través de acuerdos colaborativos o la adquisición total, podría ser especialmente importante para mejorar la rigidez de las relaciones con los clientes, especialmente al entrar en competencia directa con las capacidades intuitivas digitales” de los gigantes tecnológicos.
Grandes bancos como el Santander, que vienen invirtiendo en fintech en los últimos años, están comenzando a fusionar las fortalezas de las empresas financieras digitales con las ventajas que representa un banco tradicional. Por ello se encuentran mejor preparados para aprovechar las oportunidades que les ofrece un mercado ávido de servicios financieros más simples, más baratos y más accesibles.
Cada vez es más claro, que los bancos y las fintech tienen una oportunidad histórica para poder avanzar rápidamente en la transformación y el profundo rediseño de la industria financiera de América Latina. E indudablemente, el mejor camino para ambos es hacerlo a través de alianzas estratégicas colaborativas.