Hecho es mejor que perfecto

Crédito columna: Alexandra Cortese, gerente general de ROW Comms.

“Es la quinta modificación que piden”, me dice una compañera de equipo con cara de hartazgo. “¿Por qué? Este material está muy bien hecho y ya fue aprobado; ¿cuál es el problema?”, pregunto yo. “El gerente dice que las letras le parecen muy grandes y le chocan, tampoco le convence la foto que usamos. No me dejan salir con este material”, me responde. “Pero ya no hay tiempo, no llegamos”.

Esta situación que puede suceder más veces de las que admitimos me hizo reflexionar en esa paradoja a la que Voltaire se refería cuando decía que “Lo perfecto es enemigo de lo bueno”. En nuestro día a día, en nuestros trabajos, cuando recibimos servicios o incluso en nuestras relaciones ¿es realmente posible alcanzar la perfección? ¿O es esta una ilusión que puede jugar en nuestra contra si no la controlamos?

La búsqueda de la perfección siempre fue una aspiración en todo gran apasionado: Bach buscaba la perfección en sus composiciones para complacer a Dios, Steve Jobs aprendió de pequeño que todo trabajo debe ser impecable por más de que no se vea, porque “tu lo sabrás”.

Estos son solo algunos ejemplos de personas que lograron sobresalir por, entre otros factores, tener estas características. Walter Isaacson, expresidente de CNN y quien escribió biografías de personas como Benjamín Franklin, Albert Einstein y Steve Jobs, afirma que algo que los genios tienen en común es la pasión por la perfección. Sin embargo, ¿qué hubiera pasado si Bach, dejaba de terminar una sonata porque no le parecía lo suficientemente perfecta?

Muchas personas, al leer esto, capaz piensen en el conformismo y que siempre se puede mejorar y es cierto. Muchas veces afirmaciones como “lo perfecto es enemigo de lo bueno” o “no existe lo perfecto” pueden ser mal utilizadas para justificar trabajos mediocres, relaciones fallidas y una serie de situaciones que no funcionan. Pero ¿cómo hacemos para diferenciar lo mediocre de lo bueno (y a bueno me refiero excelente) y lo bueno de lo perfecto?

A los perfeccionistas nos cuesta un poco dejar ir esas ganas de controlar cada detalle y de buscar siempre algo mejor. Sin embargo, es necesario encontrar el equilibrio tanto para ganar tiempo como para disfrutar la vida.

Seth Godin, el gurú del marketing dice que lo perfecto te deja parado; te hace hacer más preguntas, hacer más chequeos, asegurar y generalmente te lleva a evitar cualquier cosa que tenga una posibilidad de fracaso. Asimismo en la vida. No existen trabajos, relaciones ni mundos perfectos. El perfeccionismo puede ser la causa de que nos quedemos congelados.

EQUILIBRIO

La búsqueda de la perfección, usada para el bien puede conducirnos a la excelencia y puede llevarnos a buscar lo mejor para nuestras vidas. Esta búsqueda mal utilizada puede conducirnos al peor resultado que puedo pensar: lograr la nada misma.

Entonces, en este artículo semifilosófico que contiene más preguntas que afirmaciones y que contempla un patrón aplicado a distintos campos de la vida, quiero terminar con un consejo de Thomas Oppong, fundador de Alltopstartups y escritor de Working in the GIG economy: “La clave es saber cuándo un trabajo es excelente y parar cuando vemos que entramos a la imposible persecución de lo perfecto”. Nos toca enfocarnos en una mejora continua y no quedar estancados porque “Hecho es mejor que perfecto”.

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