Crédito columna: Lucia Assaf, principal consultant en expense reduction analysts | Value Through Insight.
La inflación interanual en Paraguay ha llegado a picos históricos. No hace falta ser economista para imaginar el efecto que esto está teniendo en las empresas, especialmente en las industrias cuyos costos son más dependientes, directa o indirectamente, a las variaciones de precio del petróleo.
Hay que saber que esto es una situación coyuntural, que se está dando a nivel global y que, al no estar dentro de nuestro “circulo de influencia”, no tenemos la capacidad de cambiarla.
Los responsables de la gestión de costos tienen una tarea difícil a la hora de mantener los egresos controlados. La buena noticia: sí que hay acciones que se pueden llevar a cabo para minimizar o reducir el impacto que la inflación tiene en la empresa.
Lo primero que debemos entender es que no hay soluciones ni genéricas ni fáciles. Ellas se van construyendo desde el entendimiento del negocio, el mercado y las particularidades de la propia cadena de suministro. Conocimiento que nos permitirá tomar decisiones y ejecutar acciones inteligentes.
Estas son mis recomendaciones, agrupadas en dos: de conocimiento y de acción/ejecución, para hacerle frente a esta gran ola que parece que se nos cae encima por todos los frentes:
DE CONOCIMIENTO
– Externo
Mantenerse informado de lo que sucede tanto del contexto global como local. En lo macroeconómico: revisar pronóstico de inflación, evolución de las divisas, commodities, etc.
No es solo leer los diarios sino preguntarnos objetivamente: ¿cómo impacta todo esto en mi negocio y en los de toda la cadena? Nadie puede predecir el futuro, pero la información nos ayuda a pronosticar mejor, a medir los riesgos y a tomar mejores decisiones.
Con la misma lógica, también debemos mantenernos informados del contexto social, político y tecnológico para capturar rápidamente las oportunidades del mercado.
– Interno
Conocerse como empresa implica tener un profundo entendimiento de la cadena de suministros. No es sólo saber quiénes son nuestros clientes y proveedores, sino también entender sus realidades, quiénes son los proveedores de nuestros proveedores y los clientes de nuestros clientes.
Qué dificultades pueden estar enfrentando y cómo les afecta a su productividad y a sus costos.
Para esto, debemos entender la estructura de costos de toda la cadena ¿En qué medida afecta la inflación a cada eslabón? ¿Cuáles son los egresos de mayor impacto de cada participante?
Está claro que a los transportistas que mueven nuestra mercadería les va a afectar una suba del combustible mucho más que al que nos provee el servicio de telecomunicaciones.
También debemos practicar el hábito de cuestionarnos el statu quo. Podemos preguntarnos ¿Qué es esencial para el negocio y qué no lo es? ¿Cuánto de lo que consumimos es realmente necesario o podemos prescindir de ello?
DE ACCIÓN/EJECUCIÓN
– Negociar con conocimiento
Entendiendo el mercado y a nuestra cadena, estaremos en condiciones de evaluar mejor las necesidades de la propia empresa y negociar mejores precios con los proveedores.
Entender que, si un proveedor ha sufrido un aumento sustancial en sus costos, es razonable que lo traslade a precios. Pero la clave es cuánto.
– Con un ojo en el mercado
Está bien que haya un vínculo de confianza con nuestros proveedores y la lealtad suele traer beneficios mutuos, pero no por ello vamos a dejar de mirar al mercado.
Hemos notado que cuando las empresas se dejan estar mucho tiempo, y ciertos proveedores caen en la clasificación de “la vieja confiable”, esto termina perjudicando sus costos y empiezan a aparecer las fugas de dinero, sin que nadie se dé cuenta.
– Animarse a pensar fuera de la caja
Si se conoce perfectamente cuál es la necesidad generadora de un costo determinado, se la ha cuestionado y validado, han logrado un paso importante. Pero no se queden ahí. Hagan el siguiente ejercicio: olvidarse por completo de cómo se está satisfaciendo hoy esa necesidad y pensar en formas alternativas de suplirla.
Animarse a ser creativos e innovar. Hoy por hoy la tecnología nos ofrece un sinfín de oportunidades y formas de hacer las cosas.
– Actuar a tiempo
Si atacamos los costos con anticipación (a los vencimientos de contrato, por ejemplo, o a la inmediatez de los acontecimientos generadores de egresos), podremos responder mucho mejor y ahorrarnos importantes sumas de dinero.
Esto es clave, ya que, si no actuamos a tiempo, esta gran ola puede llevarse el fruto de mucho esfuerzo.
– Buscar asesoramiento externo
Para muchas empresas, dedicar el tiempo necesario a mantenerse informado y a analizar los costos de su cadena de valor, con la profundidad que se requiere, a riesgo no conseguir un beneficio económico que lo justifique, es una decisión difícil.
Lo que termina sucediendo en muchos casos es que el tema se dilata, y la realidad es que no decidir también es una decisión. Y finalmente, el costo de la indecisión termina siendo el más alto.
Si considera que no tiene el tiempo, el expertise o los recursos humanos necesarios para realizar el análisis y los cambios que demanda su organización, no dude en pedir ayuda a especialistas que cuenten con el conocimiento y la experiencia y puedan actuar rápidamente para reducir costos y aumentar el flujo de efectivo que le permita seguir adelante.
Desde Expense Reduction Analysts, ayudamos a las empresas a reducir sus costos, sin que esto suponga ningún riesgo para ellas.