La UE celebra un nuevo cónclave energético para intentar abaratar el gas

En la foto: Kadri Simson, comisaria europea de Energía.

Praga, 10 oct (EFE).- Los ministros de Energía de la UE se reúnen este martes y miércoles en Praga para analizar la inminente extensión al resto del bloque comunitario del «mecanismo ibérico» de España y Portugal, para afinar el diseño de una plataforma comunitaria de compras conjuntas de gas y para debatir cómo fijar un tope de precio a las importaciones de ese hidrocarburo.

El invierno se acerca, varias ideas que llevan meses sobrevolando el debate energético europeo no terminan de concretarse en propuestas formales y los Estados miembros se impacientan.

Al término de la cumbre informal de líderes de la UE celebrada el pasado viernes en la capital de la República Checa, país que ejerce la presidencia de turno del Consejo, los Veintisiete encargaron a la Comisión Europea que elaborase propuestas «claras y concretas» en un plazo de dos semanas.

Y con esa atmósfera de urgencia, los titulares de Energía de los Veintisiete discutirán en Praga cómo pasar de las musas al teatro en varios dosieres abiertos, para que la Comisión tome nota y presente rápidamente propuestas legislativas.

El martes, los ministros de los Veintisiete acabarán esa jornada con una cena que servirá de «calentamiento» para las discusiones del miércoles, explicaron fuentes europeas.

«Tenemos que tener la plataforma de compras conjuntas funcionando lo antes posible», dice un alto funcionario europeo sobre una iniciativa que reclaman desde hace más de un año España, Francia, Rumanía, Grecia y República Checa, pero que aún no se ha concretado.

Los ministros discutirán también sobre cómo ampliar al resto de la UE el «modelo ibérico» que disfrutan España y Portugal desde junio y que reduce el impacto artificial del precio del gas en el mercado de la electricidad.

También intentarán avanzar en cómo fijar un precio máximo a todas las importaciones de gas en la UE, una idea que apoyan al menos quince países que representan al 64 % de la población de la UE, entre ellos Francia, España, Polonia, Bélgica, Eslovenia o Grecia, pero de la que recelan Alemania y la Comisión.

El principio reposa en que la UE es un enorme comprador internacional que importa la inmensa mayoría de los 400.000 millones de metros cúbicos (400 bcm) de gas que consume al año, algo menos de la mitad de lo que quema Estados Unidos (870 bcm), algo más que China (345 bcm) y muy por encima de Japón (110 bcm).

Muchos Estados miembros consideran que el bloque comunitario debe hacer valer su peso en el mercado, donde actualmente paga más que otros compradores, y creen que para ello se debe fijar un precio máximo de compra.

Pero esa apuesta asusta a algunos países, con Alemania a la cabeza, que tras quedarse sin gas ruso cree que esa imposición podría desviar a otros mercados los barcos metaneros que transportan gas natural licuado (GLN).

Berlín prefiere pagar caro el gas y tener combustible antes que comprometer la seguridad de suministro, al tiempo que sugiere que la UE se coordine con Japón o Corea del Sur y que se siga negociando con proveedores «fiables» como Noruega o Estados Unidos.

Muchas otras capitales, en cambio, creen que la UE está atrapada en una vorágine de precios insostenible y exigen una propuesta legislativa de la Comisión. En esa reflexión, parece que va ganando apoyo el mecanismo planteado por Bélgica, Grecia, Italia y Polonia para crear un índice «flexible» que sitúe el precio ligeramente por encima de referencias asiáticas o estadounidenses.

El objetivo es que la comisaria de Energía, Kadri Simson, presente a finales de mes una propuesta legislativa con algunos o todos los puntos debatidos en Praga, que los ministros analizarán en el consejo formal de Energía que se celebrará en Luxemburgo el 25 de octubre -tras una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno el 20 y 21 donde también pesará la energía-.

Se intentará «terminar el trabajo» el 4 de noviembre, en el que será el cuarto consejo extraordinario de ministros de Energía desde julio.

«Es confuso incluso para nosotros, pero para finales de octubre estará muy claro hacia dónde vamos», dice una fuente europea.

Actualmente, las reservas de la UE superan el 90 % y los precios han bajado en las últimas semanas, pero se teme que con la inminente llegada del frío vuelvan a dispararse por lo que la reunión de Praga también servirá precisamente para analizar cómo de preparada está la UE para afrontar este invierno y también el de 2022/2023.

Por último, los ministros debatirán sobre la reforma de fondo en el mercado de la electricidad que la UE quiere emprender en 2023. EFE

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