Las recientes declaraciones del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, reintroducen un factor de incertidumbre en el panorama económico internacional, al señalar que está considerando “absolutamente” la imposición de nuevas sanciones económicas contra Rusia. La advertencia llega en un contexto de creciente violencia en Ucrania, tras una tercera noche consecutiva de ataques con misiles y drones por parte de Moscú.
Desde el punto de vista económico, una nueva batería de sanciones podría tener repercusiones significativas en los mercados energéticos, logísticos y financieros globales. Trump, quien habló con periodistas en Nueva Jersey antes de abordar el Air Force One, expresó su frustración tanto con el presidente ruso, Vladímir Putin, como con el estado actual de las negociaciones de alto el fuego en Ucrania.
El expresidente fue enfático al decir que conoce a Putin desde hace tiempo, pero que “no sabe qué demonios le ha pasado”, calificando sus acciones como inaceptables. Más tarde, en su red social Truth Social, subió el tono y aseguró que Putin “¡se ha vuelto completamente LOCO!”, reiterando su advertencia de que una escalada total en Ucrania podría conducir a la caída del régimen ruso.
A nivel legislativo, los republicanos del Senado de EE.UU. están promoviendo un proyecto de ley que contempla nuevas sanciones económicas si Rusia no accede a una tregua o incumple acuerdos futuros. El borrador incluye un arancel del 500% sobre las importaciones provenientes de países que compren petróleo, gas natural, uranio u otros productos energéticos rusos, medida que, de implementarse, podría generar un efecto dominó sobre los precios de los commodities a nivel global.
Desde la perspectiva económica, el principal canal de impacto es el energético. Un aumento en los costos del petróleo y el gas repercutiría en los precios de transporte, producción e insumos industriales en todo el mundo. Incluso economías alejadas del conflicto, como las de América Latina, podrían verse afectadas por la inflación importada y la volatilidad de los mercados financieros.
Ucrania, por su parte, continúa bajo presión. Las autoridades reportaron al menos 12 víctimas fatales por los recientes bombardeos. A su vez, el asesor del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, afirmó que Moscú sigue retrasando deliberadamente las conversaciones de paz y que solo una combinación de sanciones económicas y ayuda militar podría forzar una salida diplomática.
En paralelo, Rusia informó haber repelido más de 90 drones ucranianos, algunos de los cuales interrumpieron operaciones en aeropuertos clave cerca de Moscú. Este tipo de acciones sigue tensando las cadenas logísticas internacionales, especialmente aquellas vinculadas al comercio europeo.
Desde la óptica financiera, la continuidad del conflicto y la posibilidad de nuevas sanciones refuerzan la aversión al riesgo entre los inversores internacionales. Esto podría limitar el acceso a financiamiento en mercados emergentes, encarecer los costos de deuda soberana y desalentar flujos de capital hacia proyectos de infraestructura y desarrollo.
En suma, el endurecimiento del conflicto entre EE.UU. y Rusia no solo profundiza la crisis humanitaria en Ucrania, sino que también plantea un nuevo ciclo de riesgo para la economía global. Las decisiones que adopten las principales potencias en las próximas semanas podrían tener efectos de arrastre en materias primas, energía, finanzas y cadenas de suministro a nivel mundial.
