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Paraguay y el grado de inversión: un logro que exige acción y corresponsabilidad

Por Alexandre Perini

“Mantener el grado de inversión no es un premio, es un compromiso con el futuro del país.”

Paraguay celebra un hito relevante: Moody’s ratifica su calificación Baa3 con perspectiva estable. Un reconocimiento que coloca al país entre los mejor evaluados de la región y genera confianza en los inversionistas internacionales. Sin embargo, más allá del festejo, este logro no garantiza automáticamente desarrollo sostenible ni bienestar para la ciudadanía. La calificación es solo una herramienta; su verdadera fuerza depende de lo que hagamos hoy como Estado, empresas y sociedad.

Logros que merecen reconocimiento

La economía paraguaya ha demostrado fortaleza en varios frentes:

  • Crecimiento económico superior al promedio regional, reflejo de políticas fiscales responsables.
  • Bajo nivel de endeudamiento frente a países vecinos.
  • Avances en infraestructura crítica y atracción de inversión extranjera directa.
  • Reformas institucionales: modernización del servicio civil y sistemas de compras públicas más transparentes.

Moody’s destaca estos avances como factores que sostienen la estabilidad fiscal y fortalecen la confianza internacional.

Estos logros muestran que Paraguay está avanzando en la construcción de una base sólida para el desarrollo económico. Sin embargo, el reconocimiento crediticio no transforma por sí solo la realidad cotidiana de los ciudadanos.

Desafíos que requieren atención urgente

A pesar de los avances, existen vulnerabilidades que podrían poner en riesgo la sostenibilidad del progreso:

  • Dependencia del sector agrícola y exposición a la volatilidad de precios de materias primas.
  • Base tributaria limitada que restringe la capacidad de financiar desarrollo social y económico.
  • Institucionalidad que aún necesita consolidación y fortalecimiento de la gobernanza.
  • Vulnerabilidad frente a choques externos y fluctuaciones financieras regionales.

Reflexión: El grado de inversión refleja la “foto” financiera del país, pero no garantiza resiliencia ni desarrollo social sin acción coordinada.

Acciones estratégicas para consolidar el progreso

Para transformar la calificación en desarrollo real, Paraguay necesita implementar acciones sostenidas en múltiples frentes:

  1. Diversificación económica: Reducir dependencia agrícola e impulsar manufactura, tecnología y energías renovables.
  2. Fortalecimiento institucional: Continuar con reformas que mejoren eficiencia, transparencia y control de la corrupción.
  3. Ampliación de la base tributaria: Modernizar impuestos sin afectar inversión, garantizando financiamiento para programas sociales.
  4. Infraestructura estratégica: Proyectos que mejoren conectividad, logística y energía para integrar mejor el país a cadenas globales.
  5. Resiliencia ante choques externos: Políticas fiscales y financieras que protejan al país de crisis internacionales y eventos climáticos.
  6. Participación de ciudadanía y sector privado: Empresas y sociedad civil deben sumarse a la agenda de desarrollo y sostenibilidad.
  7. Educación y capital humano: Formación de talento capaz de impulsar sectores estratégicos y diversificados.

El grado de inversión solo se sostendrá si existe un esfuerzo coordinado y continuo de todos los actores del país.

Lecciones y oportunidades

El caso paraguayo evidencia que la calificación crediticia es un indicador, no una solución mágica. Mantener el grado de inversión abre puertas a financiamiento más barato y mayor inversión extranjera, pero su valor real depende de políticas sostenibles, diversificación económica y fortalecimiento institucional.

Además, la experiencia muestra que el crecimiento requiere corresponsabilidad: Estado, empresas y ciudadanos deben trabajar juntos. La complacencia puede transformar un logro económico en una ilusión pasajera.

Conclusión: más allá del reconocimiento, la acción

Paraguay ha alcanzado un reconocimiento internacional valioso, pero celebrarlo no basta. Mantener y aprovechar el grado de inversión exige decisiones consistentes: consolidar políticas fiscales responsables, fortalecer instituciones, diversificar la economía y garantizar que el crecimiento genere bienestar tangible.

Oportunidad histórica: capitalizar la confianza internacional para atraer inversión estratégica y construir un modelo de crecimiento inclusivo y resiliente.

La verdadera pregunta es clara: ¿estamos listos para asumir nuestra parte y garantizar que este logro se traduzca en progreso duradero para todos los paraguayos?

El grado de inversión es un hito, pero el desarrollo real se construye con acción, corresponsabilidad y visión de futuro. Paraguay puede y debe transformar este reconocimiento en bienestar tangible.

Alexandre Perini

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