Por Alexandre Perini
Paraguay ha mostrado en los últimos años un crecimiento en los ingresos laborales, y los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE) indican incrementos promedio que podrían parecer alentadores. Entre 2022 y 2024, por ejemplo, los salarios promedio aumentaron alrededor de un 16%. Sin embargo, si miramos más de cerca, ese promedio oculta más que revela: detrás de la cifra hay historias muy distintas según la educación, el tipo de empleo y el sector económico de cada trabajador.
El número promedio puede engañar. Para muchos, ese aumento no significa una mejora tangible en su calidad de vida. Algunos sectores y trabajadores se benefician claramente de este crecimiento; otros, en cambio, ven cómo los incrementos apenas alcanzan para cubrir la inflación o mejorar marginalmente su poder adquisitivo. La desigualdad salarial en Paraguay sigue siendo una realidad que no podemos ignorar.
La educación como principal determinante
Uno de los factores más determinantes en la brecha salarial es la educación. No es sorpresa: los trabajadores con estudios superiores suelen percibir ingresos significativamente más altos que quienes tienen menos formación. Según datos del INE, quienes acumulan entre 13 y 18 años de estudios pueden ganar más del doble que los trabajadores con apenas 1 a 6 años de educación formal.
Pero aquí quiero subrayar algo importante: la educación no es solo un número de años de estudio, sino la calidad, pertinencia y conexión con el mercado laboral. Paraguay enfrenta el desafío de transformar la educación en un motor que permita acceder a empleos de mayor valor agregado y no solo a trabajos básicos que dependen de coyunturas temporales.
Sectores económicos: oportunidades y limitaciones
El segundo factor que marca la diferencia es el sector productivo en el que se inserta cada trabajador. El agro ha mostrado dinamismo, impulsado por campañas exitosas de soja y carne, y esto se refleja en aumentos salariales importantes para algunos trabajadores. Sin embargo, el sector terciario, que concentra gran parte de la fuerza laboral urbana, muestra una realidad más fragmentada: dentro del mismo sector conviven empleos de alta especialización y remuneración con otros de baja paga, lo que amplía la brecha interna.
Esto tiene implicancias directas en la economía y la inversión. Mientras algunos sectores permiten ganancias atractivas y retorno de inversión, la concentración de ingresos limita la expansión del consumo interno y genera una economía más vulnerable a crisis y fluctuaciones externas.
Más allá de los números: mi visión
Mi lectura de este escenario es clara: el crecimiento promedio de los salarios es solo un reflejo parcial de la realidad. La verdadera pregunta no es cuánto aumentan los ingresos en promedio, sino cómo se distribuye ese crecimiento y quiénes realmente se benefician. Para inversionistas, analistas y tomadores de decisiones, esto representa tanto oportunidades como riesgos.
Invertir en sectores dinámicos puede ser rentable, pero entender la estructura de ingresos y la resiliencia del mercado es clave para no depender de promedios que no reflejan la realidad cotidiana de la mayoría de los paraguayos. La diversificación y la mirada crítica son esenciales para cualquier estrategia financiera en nuestro país.
Hacia un crecimiento inclusivo
La desigualdad salarial no se resolverá solo con incrementos promedio ni con crecimiento coyuntural en determinados sectores. Paraguay necesita una combinación de educación de calidad, políticas públicas efectivas y diversificación productiva para generar un progreso inclusivo y sostenido. Solo así los aumentos salariales dejarán de ser ilusorios para muchos y se traducirán en mejoras reales para la mayoría de la población.
La pregunta que dejo abierta es inevitable: ¿Podrá Paraguay equilibrar educación, empleo y salarios, o seguiremos midiendo progreso con promedios que esconden la verdadera realidad de la mayoría?
Alexandre Perini
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