Por Alexandre Perini
En Paraguay, hablar de empleo es, inevitablemente, hablar de micro, pequeñas y medianas empresas. Aunque muchas veces pasen desapercibidas frente al protagonismo de los grandes conglomerados, estas unidades económicas son el verdadero motor que mantiene activa la economía y sostiene a millones de familias. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), durante el segundo trimestre de 2025, las mipymes concentraron aproximadamente el 77% del total de ocupados en el país, un reflejo de su relevancia estructural y social.
Las microempresas, aquellas con menor cantidad de trabajadores, emplearon al 64,1% de la población ocupada, es decir, a más de 1.900.000 personas. Este porcentaje muestra no solo la magnitud de su participación, sino también la persistencia de un modelo económico basado en unidades familiares, autoempleo y pequeños emprendimientos locales. Las pequeñas empresas, por su parte, explican casi el 10% del empleo, con más de 288.000 trabajadores, mientras que las medianas concentran entre el 3% y el 4%, unos 92.000 ocupados, operando generalmente con mayor formalización, acceso a financiamiento y productividad.
Estas cifras, estables desde 2022 según el INE, revelan una economía donde la creación de empleo no depende de grandes inversiones ni de la incorporación masiva de tecnología, sino del esfuerzo cotidiano de miles de emprendedores que sostienen negocios familiares y locales. Este fenómeno tiene implicancias profundas: por un lado, garantiza una red de empleo masivo que protege a amplios sectores de la población; por otro, evidencia las limitaciones estructurales para crecer y formalizarse, con barreras ligadas a costos laborales, acceso a crédito y competitividad frente a empresas más grandes.
Reflexionar sobre este escenario implica entender que las mipymes no son solo un componente estadístico, sino un pilar social y económico. Su importancia radica en la resiliencia que ofrecen frente a fluctuaciones externas: en contextos de incertidumbre macroeconómica o crisis internacionales, estos negocios actúan como amortiguadores de desempleo y sostén de ingresos familiares. Sin embargo, su predominancia también señala un desafío: cómo transformar esta base de empleo en una plataforma de crecimiento sostenible y de generación de puestos de trabajo de mayor calidad.
La historia de las mipymes en Paraguay es también un reflejo de la cultura laboral del país. El autoempleo, los negocios familiares y las pequeñas unidades productivas han creado un tejido económico donde la informalidad y la subsistencia conviven con oportunidades de innovación y escalamiento. En este contexto, cualquier estrategia de desarrollo económico debe considerar que fortalecer estas unidades no significa reemplazarlas, sino potenciarlas: brindar acceso a financiamiento, capacitación, infraestructura y políticas que incentiven la formalización, sin sacrificar su capacidad de absorber mano de obra masivamente.
Desde una perspectiva económica más amplia, el predominio de las mipymes invita a repensar las métricas de éxito. No siempre la riqueza se refleja en grandes conglomerados ni en cifras de inversión extranjera; muchas veces, la estabilidad y el dinamismo económico se construyen en los pequeños comercios, talleres y empresas familiares que atraviesan barrios, ciudades y regiones. Su sostenimiento es, en última instancia, un indicador de salud social y económica, y un recordatorio de que las políticas públicas deben mirar más allá del tamaño de las empresas para centrarse en su impacto real sobre la vida de las personas.
El desafío paraguayo, entonces, no es solo mantener vivas a las mipymes, sino acompañarlas en su crecimiento, formalización y productividad, reconociendo que en ellas reside la fuerza silenciosa que sostiene el empleo y, con ello, el bienestar de millones de ciudadanos. Las lecciones son claras: una economía robusta no solo se construye con grandes inversiones o infraestructura tecnológica, sino con políticas, cultura y estructuras que permitan a las unidades productivas más pequeñas prosperar y generar un impacto duradero.
En definitiva, las mipymes son mucho más que números: son familias, historias, resiliencia y futuro. Su papel en el mercado laboral paraguayo nos recuerda que la economía no es solo un conjunto de indicadores macro, sino una red de personas, esfuerzo y oportunidades que merece atención, apoyo y reconocimiento.
Alexandre Perini
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