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El biodiésel podría ahorrar US$ 300 millones al campo y transformar la matriz energética del país

El biodiésel emerge como la segunda revolución energética del Paraguay. Con políticas firmes e inversión industrial, el país puede reducir su dependencia del gasoil importado y generar miles de empleos.

El nuevo oro verde

El Paraguay está ante una oportunidad histórica para diversificar su matriz energética. El desarrollo del biodiésel, impulsado por la Unión Industrial Paraguaya (UIP) y su Centro de Estudios Económicos (CEE), muestra que el país podría ahorrar hasta US$ 300 millones anuales en divisas si se sustituye una parte del gasoil fósil por combustible de origen vegetal.

El estudio “El potencial del biodiésel paraguayo – La segunda revolución de los biocombustibles” destaca que el país cuenta con una capacidad instalada superior a 250 millones de litros por año, aunque hoy se utiliza apenas un 35%. Con una política de incentivos adecuada, la producción podría duplicarse en el corto plazo y cuadruplicarse en el mediano, transformando al biodiésel en un motor de crecimiento industrial y rural.

Una industria con raíces en el campo

El biodiésel paraguayo tiene una base agrícola sólida: la soja. Su procesamiento mediante transesterificación catalítica permite obtener un biocombustible competitivo y sostenible. Desde 2019, la producción creció 338%, alcanzando 88 millones de litros en 2024, con exportaciones a Europa —principalmente a Países Bajos y Reino Unido.

Aun así, solo el 5% del diésel vendido en el país contiene biodiésel, frente al 25% de Bolivia o más del 30% de países como Indonesia y Suecia. Aumentar esa proporción tendría efectos multiplicadores: por cada punto porcentual adicional de mezcla, la producción se incrementa en más de 14 millones de litros anuales.

Beneficios económicos y sociales

El sector genera actualmente más de 76.000 empleos directos e indirectos, pero su potencial es mucho mayor: si se utilizara el 100% de la capacidad instalada, podría triplicarse hasta 255.000 puestos de trabajo, beneficiando a más de un millón de paraguayos.

Además, cada litro de biodiésel sustituye importaciones fósiles y fortalece la balanza comercial. En 2024, solo con una mezcla del 5%, el país ahorró más de US$ 55 millones; a plena capacidad, el ahorro alcanzaría US$ 158 millones anuales.

En el plano fiscal, el aporte directo de la industria ronda los US$ 928 mil, pero podría superar US$ 2,6 millones si se expandiera la producción. El valor agregado del sector pasaría de US$ 6,5 millones a más de US$ 18 millones en el corto plazo.

Impacto ambiental: energía que limpia

El biodiésel no solo genera ingresos: también limpia el aire. Entre 2019 y 2024, el uso de este biocombustible permitió evitar la emisión de más de 1,3 millones de toneladas de CO₂, equivalente a sacar 569.000 autos de circulación o plantar más de 60 millones de árboles.

Sustituir apenas un 10% del gasoil fósil por biodiésel evitaría más de 600.000 toneladas adicionales de CO₂ cada año, alineando a Paraguay con sus compromisos internacionales de mitigación del cambio climático.

Proyecciones al 2035: una revolución posible

Si se eleva la mezcla obligatoria al 20%, la producción nacional podría alcanzar 350 millones de litros, triplicando los niveles actuales. Bajo este escenario, la cantidad de familias beneficiadas por la cadena del biodiésel aumentaría de 1.500 a casi 6.000, fortaleciendo el vínculo entre el campo y la industria.

Además, el subproducto de la producción —la glicerina— abre oportunidades en los sectores farmacéutico, cosmético y alimentario. Y el desarrollo del combustible de aviación sostenible (SAF), derivado del biodiésel de soja, podría posicionar a Paraguay en la nueva cadena global de energía limpia.

Un llamado al sector privado y al Estado

El estudio del CEE–UIP concluye que el biodiésel paraguayo no es solo una alternativa energética, sino una decisión estratégica. Con políticas de incentivo estables, financiamiento competitivo y marcos regulatorios claros, Paraguay podría convertirse en un referente regional de producción limpia y autosuficiente.

Para el empresariado, el mensaje es claro: invertir en biocombustibles ya no es solo una apuesta ambiental, sino una oportunidad rentable para diversificar portafolios, innovar en la cadena agroindustrial y fortalecer la seguridad energética nacional.

“Transformar energía en industria, biomasa en tecnología y recursos naturales en bienestar nacional”, resume el informe del CEE–UIP.

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