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Del crecimiento económico al desarrollo social: Paraguay se consolida entre los líderes regionales

Por Alexandre Perini, economista y analista financiero.

Paraguay se ha posicionado entre los países con mayor avance en bienestar y calidad de vida en América Latina, según los resultados más recientes del Índice de Progreso Social (IPS), elaborado por Social Progress Imperative y difundido por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Este índice, que analiza el desempeño de más de 160 países, busca medir el desarrollo más allá del Producto Interno Bruto (PIB), evaluando dimensiones como educación, salud, medio ambiente, oportunidades y acceso a servicios básicos. En ese marco, Paraguay sobresale por su evolución sostenida, combinando estabilidad macroeconómica con mejoras graduales en los indicadores sociales.

Un salto en bienestar medible

El país experimentó un aumento constante en las dimensiones denominadas “necesidades humanas básicas” y “fundamentos del bienestar”, lo que refleja avances en servicios esenciales como vivienda, acceso a electricidad, agua potable y conectividad digital.

Entre los principales datos del informe destacan:

  • Paraguay se ubica entre los países con mayor ritmo de mejora en bienestar dentro de América Latina.
  • El acceso a servicios de salud presenta una expansión continua, con mejoras notables en cobertura en zonas rurales.
  • Los indicadores de educación y digitalización muestran progresos sostenidos en la última década.
  • El componente ambiental del índice también mejoró, impulsado por políticas de reforestación y uso de energías limpias.
  • Persisten brechas en igualdad de oportunidades, especialmente en la participación económica y política de mujeres y jóvenes.

Fuente: Social Progress Imperative / Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Más allá del PIB: la importancia del bienestar real

El caso paraguayo refleja una tendencia cada vez más visible en la región: el crecimiento económico no es suficiente si no se traduce en bienestar real para la población. Los datos del IPS muestran que los países que mejoran su calidad de vida son aquellos que logran equilibrar estabilidad económica, políticas sociales activas y sostenibilidad ambiental.

Paraguay ha sabido mantener una economía ordenada incluso en contextos internacionales complejos, consolidándose como una de las economías más estables de Sudamérica. Sin embargo, el desafío es transformar esa estabilidad en oportunidades equitativas, de modo que los beneficios del crecimiento alcancen a toda la población, y no solo a ciertos sectores.

Factores que impulsan el cambio

Entre las causas que explican el avance de Paraguay destacan varias líneas de acción. En primer lugar, las políticas públicas orientadas a reducir la pobreza extrema, que combinan programas de transferencia condicionada con inversión en infraestructura social. A esto se suma un mayor esfuerzo en educación y salud, especialmente en regiones con menor desarrollo.

El entorno macroeconómico estable ha permitido también atraer inversiones privadas, tanto nacionales como extranjeras, que contribuyen al empleo y la productividad. La cooperación internacional, por su parte, ha reforzado proyectos vinculados con innovación, sostenibilidad y fortalecimiento institucional.

Otro elemento relevante es la expansión de la economía digital, que abre nuevas oportunidades para pequeñas y medianas empresas, al mismo tiempo que plantea el desafío de ampliar la conectividad y la capacitación tecnológica.

El desafío pendiente: la equidad

Si bien los avances son significativos, Paraguay enfrenta aún profundas desigualdades estructurales. La calidad del empleo, el acceso equitativo a la educación y los servicios de salud continúan siendo áreas donde los progresos deben acelerarse.

El crecimiento del PIB, aunque sostenido, no siempre se traduce en una mejora directa en las condiciones de vida. Por ello, los expertos insisten en la necesidad de políticas que prioricen la inclusión, la formación laboral y la descentralización del desarrollo.

Reducir las brechas entre zonas urbanas y rurales sigue siendo una prioridad. En muchos casos, el bienestar sigue dependiendo del lugar de residencia, lo que limita el potencial humano y productivo del país.

Paraguay como ejemplo regional

En un contexto latinoamericano caracterizado por la desigualdad, la informalidad laboral y la inestabilidad política, Paraguay se destaca por su coherencia y gradualidad. Su modelo de desarrollo, aunque aún en construcción, muestra que la consistencia en las políticas públicas y la estabilidad institucional pueden generar resultados tangibles a largo plazo.

El avance en los indicadores de progreso social demuestra que el país ha comenzado a transitar de una lógica puramente económica hacia una visión de desarrollo integral. Esta transición es clave para consolidar un modelo sostenible que combine crecimiento con justicia social.

Los próximos años serán decisivos. Mantener el ritmo de mejora exigirá profundizar las políticas de inversión en capital humano, innovación tecnológica y gobernanza. Al mismo tiempo, será necesario fortalecer la transparencia y la rendición de cuentas, pilares esenciales para sostener la confianza ciudadana.

Una lección más amplia

El caso paraguayo ofrece una lección relevante para la región: los países que logran progresar no son necesariamente los más grandes o ricos, sino aquellos que construyen instituciones sólidas, estabilidad y políticas consistentes orientadas al bienestar colectivo.

El desarrollo social no es un resultado automático del crecimiento económico, sino una construcción sostenida que requiere visión de largo plazo, inversión estratégica y consenso social.

En ese sentido, Paraguay está mostrando que es posible avanzar, paso a paso, hacia un modelo de prosperidad más equilibrado y duradero. Su evolución en el Índice de Progreso Social refleja que el país no solo crece, sino que comienza a progresar en sentido pleno, poniendo a las personas en el centro de sus prioridades.

Alexandre Perini

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