El ejecutivo senior Mario Contreras analiza las perspectivas económicas del país y la región para 2026. Destaca la solidez macroeconómica del Paraguay y el potencial de sectores como el agro, la construcción y la industria manufacturera.
En la foto: Mario Contreras del Club Networking.
En un escenario regional donde las proyecciones apuntan a un crecimiento moderado, Paraguay se perfila nuevamente como una de las economías más dinámicas de América Latina. Según el economista y ejecutivo senior Mario Contreras, el país mantendrá un ritmo de expansión del 4% anual en 2026, superando al promedio regional estimado entre 2% y 2,5%.
“No se trata de un boom, sino de un crecimiento consistente y bien gestionado”, señala Contreras. “Paraguay combina una política fiscal prudente, un nivel de deuda manejable y un Banco Central creíble, lo que le otorga una ventaja estructural frente a sus pares”. A esto se suma el impulso de la construcción, la infraestructura y el sector agroexportador, pilares que seguirán motorizando la economía nacional.
El especialista advierte, sin embargo, que el riesgo externo más relevante será la desaceleración global, en un contexto de precios de commodities más volátiles y tasas internacionales aún elevadas. “Paraguay no es inmune, pero llega a 2026 con reservas sólidas, reglas fiscales claras y acceso ampliado a mercados de capital”, explica.
En materia inflacionaria, Contreras proyecta una inflación controlada entre 3,5% y 4% hacia fines de 2026, dentro del rango meta del Banco Central del Paraguay (BCP). El tipo de cambio, por su parte, mostraría una depreciación moderada, acorde con la diferencia de inflación frente a los socios comerciales.
“El BCP mantendrá probablemente una política monetaria conservadora, con espacio para ajustes graduales según el contexto internacional. Si surge un shock inflacionario, reaccionará endureciendo la tasa y usando reservas; si es recesivo, habrá margen para flexibilizar”, puntualiza.
Motores del crecimiento y desafíos pendientes
Para 2026, Contreras identifica cuatro sectores clave de expansión: el agro, la construcción e infraestructura, la manufactura (especialmente la maquila y alimentos procesados) y los servicios tecnológicos y financieros. Estos rubros, sostiene, representan la nueva base de competitividad del Paraguay.
Sin embargo, advierte que la dependencia del clima y de la demanda externa sigue siendo una vulnerabilidad. “La diversificación productiva es fundamental para reducir riesgos estructurales”, subraya.
En cuanto a la atracción de inversiones, el ejecutivo remarca tres condiciones esenciales: estabilidad macroeconómica, seguridad jurídica y reglas claras. “Paraguay ya ha captado interés de inversionistas extranjeros, incluidos grupos chilenos del sector inmobiliario e infraestructura. Si mantiene su disciplina fiscal y mejora el clima de negocios, puede dar un salto cualitativo hacia el grado de inversión”, destaca.
Finalmente, subraya que el capital humano y la infraestructura logística serán determinantes para sostener la competitividad a largo plazo. “La energía limpia es una ventaja estratégica. Si se combina con educación técnica y un entorno regulatorio moderno, Paraguay puede atraer industrias verdes y tecnológicas”, concluye Contreras.
