Bruselas, 18 dic (EFE).- El acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur, negociado durante el último cuarto de siglo, encara horas clave en Bruselas para tratar de llegar a la línea de meta: la firma del pacto por parte de los líderes de ambos bloques este sábado en Brasil, que aún no está garantizada por las dudas de países clave como Francia o Italia.
La condición para que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pueda viajar este sábado para firmar el acuerdo con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y otros líderes del Mercosur es que los Gobiernos europeos den su visto bueno al pacto por mayoría cualificada: un 55 % de los países (15) que representen a un 65 % de la población.
Votación en Bruselas
Aunque los líderes de los Veintisiete están reunidos este jueves en una cumbre en Bruselas, no son ellos quienes toman la decisión directamente ni celebran un voto, sino que lo harían sus embajadores en Bruselas (los representantes permanentes de los países ante la UE) en un voto el viernes por la mañana.
Se espera que representantes del Mercosur (formado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) haga acto de presencia, no obstante, en los márgenes de la cumbre, donde la primera ministra italiana, Georgia Meloni, será la principal líder a convencer para que dé su bendición al pacto después de decir el miércoles que era «prematuro» aceptarlo ya.
La mayoría de fuentes diplomáticas dan por hecho que Francia, el segundo país de la UE con más población, no aceptará en ningún caso el acuerdo, pero están a la espera de ver si Roma u otras capitales más pequeñas se suman a la mayoría favorable y logran sacar adelante el pacto.
Cláusulas de salvaguardia
Para tratar de solventar las dudas de los países críticos, la Unión Europea consensuó este miércoles a la carrera unas cláusulas de salvaguardia para añadir al acuerdo que permitan proteger a los productores europeos en el caso de que las importaciones del Mercosur crezcan demasiado o los precios de los productos de estos países sean mucho más bajos que los equivalentes europeos.
El Parlamento Europeo quería incluir también una cláusula espejo que obligase a los productores del Mercosur a respetar los estándares de producción europeos en los bienes que exporten a la UE, pero la negociación acabó eliminándola del acuerdo final porque sería incompatible legalmente con el texto original del acuerdo.
Aún no está claro si estas salvaguardas -que prevén suspender las preferencias arancelarias para las importaciones del Mercosur en la UE si Bruselas detecta que están perjudicando a los productores europeos- serán suficientes para convencer a los países que se enrocan en el «no».
España y Alemania, a favor
Frente a ellos se sitúan dos pesos pesados de la UE, Alemania y España, que insisten en la necesidad de cerrar el acuerdo como respuesta a la creciente hostilidad arancelaria de Estados Unidos y a la incertidumbre que se cierne sobre el sistema multilateral que hasta ahora ha regido las relaciones comerciales.
Varios líderes europeos también han subrayado estos días que la UE afronta un momento de «ahora o nunca» sobre Mercosur, y han alertado de la pérdida de credibilidad que supondría un fracaso para el bloque de cara a futuras negociaciones del mismo tipo.
En paralelo, la paciencia empieza a agotarse en Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, que llevan seis años esperando a la firma final después de un primer acuerdo político en 2019 que nunca llegó a cuajar en un texto definitivo.
Brasil, que ostenta la presidencia rotativa del Mercosur, advirtió este jueves de que, si la Unión Europea no firma el acuerdo comercial este sábado, el bloque suramericano pasará a priorizar las negociaciones con otros socios, como Japón o Reino Unido. EFE
