Crédito columna: Alexandre Perini, analista económico
Paraguay enfrenta el desafío de diversificar su economía y dejar atrás su modelo basado en materias primas. Descubrí cómo una política industrial moderna puede impulsar empleo, innovación y crecimiento sostenible.
Paraguay ha logrado construir una economía estable y predecible en una región llena de incertidumbre. Su reputación como país agrícola, ganadero y proveedor de energía le ha dado resultados importantes en las últimas décadas. Sin embargo, cada vez más voces —desde la academia, el sector privado, la sociedad civil e incluso el propio Estado— coinciden en una idea clave: es hora de dar el siguiente paso.
La estabilidad macroeconómica es un logro, pero el verdadero desarrollo comienza cuando un país es capaz de transformar esa estabilidad en oportunidades duraderas, innovación productiva y bienestar para todos. El desafío no es abandonar lo que funciona, sino ampliar sus beneficios, diversificar la economía y abrir nuevos caminos hacia el futuro.
Este artículo propone reflexionar sobre una pregunta estratégica: ¿Qué necesita hacer Paraguay para transformar su modelo económico y dar el salto hacia un desarrollo más sofisticado, inclusivo y sostenible?
Una base sólida, pero con potencial por desarrollar
Paraguay tiene una economía que ha sorprendido por su capacidad de resistencia. A lo largo de los años, ha logrado mantener la inflación controlada, una deuda pública baja, un sistema financiero sólido y una moneda estable. No son logros menores. Muchos países de la región enfrentan ciclos de crisis recurrentes, mientras Paraguay ha logrado construir confianza y previsibilidad.
Sin embargo, los desafíos estructurales aún persisten. Buena parte del crecimiento ha estado impulsado por sectores intensivos en recursos naturales, como el agro, la ganadería y la energía hidroeléctrica. Si bien estos sectores generan divisas y empleo, todavía no alcanzan para impulsar un desarrollo plenamente inclusivo.
En otras palabras: la base está. Pero hay mucho por construir encima. Lo que viene ahora no es reconstruir, sino transformar e impulsar lo que ya existe hacia un nuevo nivel de desarrollo.
Política industrial: ¿una vieja idea o una oportunidad actual?
Durante mucho tiempo, la política industrial fue vista con escepticismo. Se la asoció con ineficiencia, burocracia o proteccionismo. Pero hoy, incluso los países más desarrollados están regresando a este concepto con una mirada renovada. No se trata de reemplazar al mercado, sino de guiar estratégicamente la inversión, la innovación y el empleo hacia sectores con alto potencial de impacto.
En el caso de Paraguay, esto significa aprovechar su energía limpia, su juventud, su ubicación estratégica y su estabilidad macro para diversificar su economía, fomentar la industria, apostar por la tecnología y crear un ecosistema que genere más valor agregado desde dentro del país.
Lo importante es entender que una política industrial moderna no impone, sino que habilita. No busca cerrarse al mundo, sino posicionarse mejor dentro de él.
Las señales que invitan a actuar
Si bien el país ha tenido avances, hay señales que invitan a acelerar el cambio:
- La necesidad de diversificar
La dependencia de un puñado de productos y mercados deja a Paraguay vulnerable a factores externos, como los precios internacionales o el clima. Diversificar no es solo una necesidad económica, es una forma de reducir riesgos y abrir nuevas puertas de oportunidad.
- El bono demográfico
Paraguay tiene una de las poblaciones más jóvenes de América Latina. Eso es una ventaja enorme… si se la aprovecha bien. Con educación pertinente, formación técnica y oportunidades laborales de calidad, la juventud puede ser la clave del salto productivo del país.
- Transición energética y digital
La economía global se está redefiniendo. La demanda de soluciones verdes, tecnologías limpias y servicios digitales está en auge. Paraguay tiene todo para insertarse en esas nuevas cadenas de valor, si logra posicionarse estratégicamente en estos nichos emergentes.
¿Qué podría hacer Paraguay para avanzar?
La buena noticia es que Paraguay tiene más herramientas de las que muchas veces se cree. Lo que falta es una visión compartida y una decisión firme de actuar. Aquí algunas ideas para comenzar a recorrer ese camino:
- Detectar sectores con futuro
Además del agro y la energía, hay sectores que podrían crecer rápidamente con el apoyo adecuado: tecnología, alimentos procesados, economía circular, servicios digitales, biotecnología, farmacéutica, turismo sostenible. No se trata de elegir ganadores arbitrariamente, sino de identificar nichos donde Paraguay ya tiene ventajas comparativas y convertirlas en ventajas competitivas.
- Invertir en talento
Ninguna transformación es posible sin personas preparadas. Reformar el sistema educativo, conectar la formación técnica con las necesidades del sector productivo, fomentar el pensamiento emprendedor y apoyar la innovación desde las universidades es clave para potenciar el capital humano paraguayo.
- Crear ecosistemas de innovación
No basta con tener buenas ideas. Se necesita infraestructura, financiamiento, articulación entre empresas, centros de investigación y gobiernos locales. La innovación florece cuando hay un entorno que la estimula.
- Facilitar el crecimiento de empresas nacionales
Apoyar a las pymes y emprendedores para que escalen, exporten y adopten nuevas tecnologías es una forma directa de fortalecer el tejido productivo. También es una manera de generar empleos de calidad fuera del área metropolitana.
- Aprovechar mejor la inversión extranjera
La inversión externa puede ser una palanca importante, si se canaliza hacia sectores estratégicos, con cláusulas que promuevan el encadenamiento local, la transferencia tecnológica y el desarrollo territorial. Paraguay puede negociar desde una posición de fortaleza si tiene claro hacia dónde quiere ir.
El momento es ahora
Paraguay se encuentra en una encrucijada favorable. Tiene estabilidad, energía abundante, juventud, ubicación geográfica privilegiada, relaciones internacionales sólidas y apertura al comercio. Lo que falta no es tanto una revolución, sino una evolución inteligente y decidida del modelo productivo.
El contexto global también juega a favor. Las empresas buscan nuevas ubicaciones para invertir, más cerca de sus mercados, con reglas claras y costos razonables. Paraguay puede insertarse en esas dinámicas si ofrece una propuesta de valor atractiva, alineada con la economía del futuro.
No se trata de soñar utopías, sino de dar pasos firmes en una dirección concreta. La transformación no ocurrirá de un día para otro, pero cada decisión que se tome hoy puede construir el Paraguay de mañana.
Conclusión: construir desarrollo desde lo que ya somos
Romper la dependencia de las materias primas no implica rechazar nuestra identidad productiva. Al contrario: implica revalorizarla, sofisticarla y complementarla. La soja y la carne seguirán siendo importantes, pero el futuro de Paraguay está en cómo convierte esa riqueza en conocimiento, tecnología, empleo y bienestar distribuido.
Una política industrial clara, moderna y participativa puede ser el puente entre el Paraguay de hoy y el que muchos imaginan: más innovador, más justo, más dinámico y más resiliente.
Tenemos los recursos. Tenemos el talento. Tenemos la oportunidad.
La pregunta es: ¿nos animamos a pensar en grande y construir juntos ese nuevo capítulo de desarrollo?
Alexandre Perini
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