Por Alejandro Kladniew, socio gerente de Paraguay Development.
La gran pregunta es: ¿Dónde vivirán los que hoy alquilan cuando se jubilen?
Claramente podemos decir que mayoritariamente estamos viviendo en un mundo donde reina la necesidad de satisfacernos de la forma más inmediata posible.
Entendemos que gran parte de la sociedad paraguaya, en especial las generaciones jóvenes, son una muestra cabal de esto.
Hemos explicado en otros artículos, que consideramos que el problema de la compra de viviendas en Paraguay, en parte se da, porque irremediablemente la decisión de la compra de una casa o departamento implicaría la postergación de satisfacer muchas de las necesidades de consumo inmediato que tienen hoy las personas, parejas y familias.
Así, el consumo de bienes de uso y servicios se privilegia sobre la compra de una propiedad y/o del ahorro. Pasemos esto a datos, casi 2,3 millones de paraguayos mantienen deudas con bancos.
Estos niveles de crecimiento de las deudas -tanto de créditos como de depósitos- que se registran pueden considerarse elevados, ya que se encuentran muy por encima del promedio de la región para ambos casos. Estos son datos de junio 2025, es decir totalmente actuales.
No vale, en este caso, evaluar la racionalidad del gasto, porque la necesidad de satisfacer determinados tipos de compra, es un sentimiento que prima sobre cualquier tipo de razón. Y convengamos que al respecto, no hay ningún tipo de trabajo de comunicación y educativo tampoco ni a nivel privado o estatal.
Quienes podrían a nivel privado, como bancos y entidades financieras, hacer algún tipo de comunicación al respecto, no les es útil, porque es más negocio financiar créditos de consumo, cualquiera que sea; que prestar el dinero del banco para créditos hipotecarios.
Es por este tipo de razón que en Paraguay, a pesar de la inmensa sobreoferta de departamentos que existe en el mercado no se pueden vender a residentes locales; la mayoría de ellos sí logran alquilar y claramente, el temor de que estas torres se conviertan en «edificios fantasmas», frase dicha por casi todos los medios desde hace por lo menos, una década atrás, fue un pronóstico que por suerte, no se cumplió.
Esta situación, esta «foto» de la realidad del mercado inmobiliario paraguayo, nos conduce a una pregunta que se nos impone cuando deseamos analizar el futuro mediato ante un escenario que se nos aparece como muy complicado.
Siendo Paraguay un país donde más del 60% de la población todavía forma parte de la economía informal, y que los que aun estando en la formalidad recibirán una jubilación excesivamente por debajo de sus actuales ingresos, nos preguntamos ¿cómo podrán pagar a futuro, ya fuera del mercado laboral y sin o con escasos ingresos por retiro, los alquileres que pagan hoy mensualmente?
Y para no complejizar esta situación, obviaremos los enormes problemas económicos y financieros de gran parte del sistema jubilatorio actual para pagar esas jubilaciones, mayormente magras.
Más allá de que la economía de Paraguay continúe mejorando, muy lejos ese crecimiento podrá cubrir ese hueco económico que tarde o temprano llegará a miles de cientos de personas y se instalará una crisis habitacional de la que casi nadie da cuenta y habla. Porque se habla lo que se vive, y como dijimos todo parece estar en tiempo inmediato, tiempo presente y poco o nada se desea ver del futuro.
Aunque sea un poco doloroso, como dice el dicho «no se puede tapar el sol con la mano», y más allá de ponderar la estabilidad y el crecimiento económico, la suba del consumo e incluso en algunos casos, los mayores niveles de inversión pública, estos indicadores de por sí no alcanzan para que estas variables se transformen en estables a través del tiempo.
La población del mundo está disminuyendo y posiblemente Paraguay no sea la excepción a mediano plazo. Si el tema de cómo se financiaran los sistemas de retiro está en gran cuestión en el mundo, en Paraguay parecería ser que será un tema traumático, en particular en lo que a vivienda se refiere. En datos de hoy, el 70% de los jubilados del IPS no tiene casa propia.
Cambiar esta peligrosa tendencia, implicaría un enorme cambio de consumo de la población en la actualidad y no encuentro cómo esto podría ser posible en las condiciones actuales.
Veo muy poco probable y no encuentro ningún tipo de motivo por el cual quienes necesitan satisfacción inmediata, decidan naturalmente postergar esa satisfacción y vivir algunas restricciones en pos del ahorro, de la compra de una vivienda. Tampoco veo de parte del Estado una política educativa y comunicacional que ayude a la gente a ver esta profunda amenaza.
En síntesis, la catástrofe es posible.
