Por Alexandre Perini
Paraguay muestra números que despiertan optimismo en los informes económicos: crecimiento, estabilidad y proyecciones alentadoras. Pero en la calle, en el mercado, en la caja del supermercado y en las facturas de fin de mes, la realidad muchas veces se siente distinta. La gran pregunta es: ¿cómo se conecta la macroeconomía con la vida real de las personas? Y, sobre todo, ¿qué papel juega la educación financiera para transformar estadísticas en bienestar cotidiano?
Un país que crece, pero una familia que no llega a fin de mes
En 2024, Paraguay cerró con indicadores positivos: crecimiento del PIB cercano al 5%, estabilidad cambiaria y perspectivas de inversión en sectores clave como la agroindustria y la energía. A primera vista, parece que la economía sonríe.
Sin embargo, basta hablar con cualquier familia de clase media para notar el contraste: el salario se evapora entre cuentas de supermercado, cuotas de préstamos y pagos de tarjetas de crédito. Muchos se preguntan: “¿Dónde está ese crecimiento del que hablan los economistas?”
La desconexión entre macro y micro no es solo percepción. Mientras los grandes números mejoran, los hogares enfrentan inflación en rubros sensibles como alimentos y transporte, salarios que suben más despacio que los precios, y un endeudamiento creciente con bancos, cooperativas y financieras.
La trampa silenciosa de las deudas
El crédito en Paraguay se ha expandido de manera notable. Tarjetas, préstamos personales, créditos al consumo… todo parece estar al alcance de la mano. Pero esa facilidad también tiene un costo.
Un ejemplo claro: una tarjeta con interés del 15% mensual (algo habitual en algunas entidades) significa que una compra de 1.000.000 Gs. se puede transformar en más de 2.000.000 Gs. en menos de medio año si no se paga a tiempo.
Muchas familias entran en la “rueda de hámster” del financiamiento fácil: pagan mínimos, renuevan préstamos, se endeudan con una cooperativa para cubrir la deuda del banco, y así sucesivamente. El resultado es estrés, pérdida de capacidad de ahorro y sensación de estar siempre “corriendo detrás de la pelota”.
Inflación: el enemigo invisible del bolsillo
Aunque las cifras oficiales muestran que Paraguay mantiene una inflación relativamente baja en comparación con otros países de la región, la percepción de la gente es distinta. Y con razón.
El precio de la carne, del pan, de los lácteos y del combustible marcan la vida diaria. Cuando un salario sube un 5% pero el costo de la canasta básica sube un 8%, el bolsillo lo siente de inmediato.
Ahorrar en efectivo, bajo el colchón o incluso en una cuenta sin intereses, significa perder poder adquisitivo cada mes. Aquí es donde entra la importancia de entender cómo proteger el dinero frente a la inflación.
Frase destacada:
«La inflación es como una gotera: al principio parece poca cosa, pero con el tiempo puede vaciar tu casa.»
Historias que reflejan la realidad
- María, 32 años, empleada administrativa: gana 5 millones de guaraníes al mes. Su problema no es el ingreso, sino la falta de control. Cada fin de mes debe usar la tarjeta para gastos básicos. “Me prometo ahorrar, pero nunca alcanza”, cuenta.
- Jorge, 45 años, dueño de un pequeño taller: tuvo un buen año en ventas, pero reinvirtió todo sin separar reservas. Cuando un cliente grande retrasó pagos, quedó atrapado: deudas con proveedores, falta de capital de trabajo, y la necesidad de pedir créditos con intereses altos.
- Rosa, 60 años, jubilada: ahorró toda su vida en efectivo. Hoy, con precios que suben cada año, siente que su dinero no rinde. “Lo que antes me alcanzaba para un mes ahora apenas me dura tres semanas”, lamenta.
Estas historias no son excepcionales: son parte del día a día de miles de paraguayos.
La educación financiera como herramienta práctica
La educación financiera no significa convertirse en experto en Wall Street. Significa, en la práctica:
- Saber leer un contrato antes de firmar.
- Entender que pagar el mínimo de la tarjeta no es ahorro, sino deuda.
- Tener un fondo de emergencia equivalente a 3 meses de gastos.
- Saber diferenciar entre una deuda “buena” (para una vivienda o negocio) y una deuda “mala” (para consumo impulsivo).
- Invertir, aunque sea poco, en opciones seguras y adaptadas al contexto local.
En Paraguay, hay productos financieros sencillos y accesibles: plazos fijos, fondos comunes de inversión, cooperativas serias, incluso opciones de ahorro vinculadas al dólar. Lo importante no es cuánto se invierte, sino empezar a hacerlo de manera consciente.
El rol de las instituciones: entre la banca y las cooperativas
El sistema financiero paraguayo se ha diversificado. Hoy no solo existen bancos tradicionales, sino también cooperativas, fintech y nuevos instrumentos. Cada actor ofrece ventajas y riesgos.
- Bancos: más regulados, con productos de inversión más formales, pero a veces con costos altos.
- Cooperativas: cercanas a la gente, con tasas atractivas, pero requieren especial cuidado en su gobernanza y solidez.
- Fintech: facilitan la inclusión financiera digital, pero aún falta regulación clara para proteger al usuario.
Un paraguayo promedio puede elegir dónde colocar sus ahorros o de dónde obtener crédito. Pero sin educación financiera, esa elección muchas veces se hace a ciegas.
¿Qué podemos hacer como ciudadanos?
- Hablar de dinero sin tabúes
En Paraguay, muchas familias evitan hablar de ingresos, deudas o ahorros. Romper ese silencio es clave para mejorar.
- Exigir transparencia
Preguntar siempre por tasas de interés reales, comisiones y condiciones de los productos financieros.
- Capacitarse continuamente
Hay cursos gratuitos, talleres y hasta charlas en cooperativas y bancos. Aprovechar esas oportunidades marca la diferencia.
- Compartir experiencias
Aprender de los errores ajenos puede ahorrarnos tiempo y dinero.
De la macro al bolsillo
Paraguay tiene bases sólidas y un potencial enorme. Pero mientras la educación financiera no sea parte de la vida cotidiana, la desconexión entre los números del Banco Central y la realidad en la mesa de los paraguayos seguirá presente.
La clave está en entender que no es solo responsabilidad del Estado o de los bancos: cada ciudadano puede empezar con pequeños pasos. Tomar decisiones más conscientes hoy puede significar más estabilidad, menos estrés y un futuro más seguro mañana.
Porque al final, la economía puede sonreír en los gráficos, pero lo que importa es si sonríe también en tu casa, en tu heladera y en tu vida diaria.
Alexandre Perini
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