Por Alexandre Perini, economista y analista financiero.
Paraguay atraviesa hoy una etapa única en su historia demográfica. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE, 2025), más de dos tercios de la población se encuentran en edades laboralmente activas, una proporción que se mantendría relativamente estable hasta 2050. Este fenómeno, conocido como “ventana demográfica”, representa un potencial productivo enorme, pero aprovecharlo plenamente requiere decisiones estratégicas inmediatas y coherentes con el desarrollo sostenible del país.
Una oportunidad histórica
En 2025, el 66,4% de la población paraguaya está en edad laboral activa, cifra proyectada a mantenerse en 66,2% hasta 2050 (INE, 2025). Esta proporción coloca a Paraguay en una posición favorable frente a otros países de la región que ya enfrentan el desafío del envejecimiento poblacional y la disminución de su fuerza laboral. La ventana demográfica se define como un período en el que la población en edad de trabajar crece más rápido que la población dependiente, creando un “bono” que puede traducirse en mayor productividad, ahorro e inversión, siempre que existan políticas públicas y estrategias económicas que lo aprovechen.
Sin embargo, esta ventaja no es automática. Para que Paraguay logre capitalizarla, se requiere una combinación de factores: educación de calidad, formalización laboral, acceso a salud y seguridad social, reducción de brechas de género y un entorno económico que incentive la inversión productiva. La demografía ofrece la oportunidad, pero la acción define si se convierte en crecimiento real.
Factores que explican la ventana demográfica
Varios elementos explican por qué Paraguay se encuentra en esta situación privilegiada. En primer lugar, la mayor participación femenina en la educación y el mercado laboral ha ampliado la base de población económicamente activa. Las mujeres acceden a más oportunidades de estudio, posponen la maternidad y se incorporan al mundo laboral en mayor número.
En segundo lugar, la tasa global de fecundidad ha descendido a 1,93 hijos por mujer (INE, 2025), ubicándose por debajo del nivel de reemplazo poblacional. Esto refleja cambios sociales profundos: las familias son más pequeñas, los matrimonios se retrasan y los métodos anticonceptivos modernos son cada vez más accesibles.
Finalmente, la combinación de urbanización, cambios culturales y políticas de educación ha generado una fuerza laboral más capacitada y diversa, lista para asumir tareas más complejas y productivas. Este potencial solo se traduce en dividendos económicos si la población activa se inserta en empleos formales y productivos, con acceso a seguridad social y capacitación continua.
Desafíos a considerar
El panorama no está exento de desafíos. A medida que la tasa de natalidad se mantiene baja y la esperanza de vida aumenta, Paraguay enfrenta un envejecimiento acelerado. El índice de envejecimiento, que mide la proporción de población mayor de 60 años respecto de la menor de 15, pasará de 34,2 en 2025 a 93,7 en 2050 (INE, 2025). Esto implica que, dentro de tres décadas, el país tendrá una población mucho más dependiente, con mayores necesidades de salud, pensiones y servicios sociales.
En este contexto, la acción inmediata es crucial. La inversión en educación de calidad para todos los segmentos de la población, la formalización de empleos y el fortalecimiento de la seguridad social no son solo políticas sociales, sino estrategias económicas esenciales para sostener el crecimiento y evitar que la ventana demográfica se cierre sin que Paraguay haya logrado capitalizarla.
La formalización laboral como palanca de crecimiento
Uno de los retos más importantes es la informalidad laboral. Según datos del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTESS, 2024), una parte significativa de la población activa trabaja en condiciones informales, lo que limita el acceso a beneficios sociales, previsión y capacitación. La formalización no solo protege a los trabajadores, sino que también aumenta la productividad, amplía la base tributaria y permite una planificación económica más sostenible.
Impulsar la formalización laboral requiere incentivos claros: simplificación de trámites, reducción de cargas burocráticas, apoyo a pequeñas y medianas empresas y políticas que promuevan la integración de trabajadores al sistema formal. De esta manera, Paraguay no solo aprovecharía la ventana demográfica, sino que también fortalecería su tejido económico y social.
Inversión estratégica y desarrollo productivo
Para los inversionistas, el mensaje es directo: esta ventana de oportunidad demográfica es rara en la región y no se repetirá por mucho tiempo. Quien apueste hoy por proyectos productivos, infraestructura, innovación tecnológica y capital humano tiene la posibilidad de generar retornos sostenibles a largo plazo. La clave está en identificar sectores que puedan absorber y potenciar la fuerza laboral disponible: manufactura avanzada, agroindustria, logística, servicios financieros y tecnologías de la información, entre otros.
El riesgo, por el contrario, está en la inacción. Si Paraguay no desarrolla políticas integrales y coherentes para capitalizar su bono demográfico, podría enfrentar los costos de una población envejecida con niveles insuficientes de productividad, seguridad social y ahorro interno. En otras palabras, la ventaja demográfica podría transformarse en un desafío estructural si no se actúa a tiempo.
Equidad y brechas de género
Un aspecto crítico para aprovechar la ventana demográfica es la equidad de género. La participación femenina en el mercado laboral y la reducción de brechas salariales no son solo cuestiones de justicia social; son motores de crecimiento económico. Estudios internacionales demuestran que sociedades con mayor igualdad de género tienden a experimentar mayor innovación, productividad y estabilidad social. En Paraguay, políticas que promuevan la inclusión de mujeres en todos los niveles de la economía serán decisivas para maximizar los beneficios de la población activa.
Educación y capacitación: la inversión que multiplica
Más allá de la cantidad de personas en edad laboral, la calidad de su preparación es determinante. La educación formal, la capacitación técnica y la actualización constante frente a los cambios tecnológicos son esenciales para convertir el bono demográfico en productividad real. La inversión en capital humano debe ser prioritaria y acompañada de alianzas público-privadas que conecten la formación con las necesidades del mercado laboral.
Reflexión final
Paraguay enfrenta hoy una oportunidad histórica: más de dos tercios de su población están en edad laboral activa y, durante las próximas décadas, esta proporción se mantendrá. Este bono demográfico puede convertirse en un motor de crecimiento económico, innovación y desarrollo social, pero requiere decisiones estratégicas inmediatas: formalización laboral, equidad de género, educación de calidad e inversión productiva.
La pregunta que debemos hacernos como sociedad es clara: ¿será Paraguay capaz de transformar esta ventaja demográfica en un motor económico real, o permitirá que la oportunidad se diluya sin generar los beneficios que la historia le ofrece? La respuesta determinará el rumbo del país en las próximas décadas y definirá si este período se recuerda como una ventana de oportunidad aprovechada o como un desafío desaprovechado.
Alexandre Perini
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