Uno de los rasgos que caracterizó a la economía mundial después de la crisis fue la postura común que adoptaron los mayores bancos centrales. La Reserva Federal de EEUU, el Banco de Inglaterra (BoE, su sigla en inglés), el Banco Central Europeo y el Banco de Japón (BoJ, su sigla en inglés), apoyaron a sus economías con diversas herramientas –desde el recorte de las tasas a mínimos hasta la compra de activos– en medio de la peor recesión en 80 años.
Después de más de cinco años de acción concertada, los principales entes emisores están tomando caminos distintos. Por un lado están la Fed y el BoE, que ya están preparando el terreno para ajustar su política. Por otro, están el BCE y el BoJ, que estiman que sus economías aún necesitan ayuda.
El banco liderado por Janet Yellen fue el primero en iniciar el proceso de normalización. Tras poco más de un año desde que se inició el tercer programa de alivio cuantitativo, el organismo comenzó a reducir el estímulo en diciembre. Yellen proyecta que el programa finalice en el otoño boreal. La mayoría de los analistas espera que la Fed realice su primera alza en las tasas a mediados de 2015.
En tanto, la fuerte recuperación que ha mostrado el Reino Unido ha llevado a algunos economistas a vaticinar que el BoE elevará sus tipos tan pronto como en el primer trimestre de 2015. A diferencia de su par estadounidense, el ente británico ha mantenido su alivio cuantitativo.
La llave abierta
En la vereda opuesta, Europa y Japón continuarán entregando liquidez por un buen tiempo. Mario Draghi, presidente del BCE, anunció ayer que llevarán la tasa de depósito a terreno negativo y que recortarán la tasa referencial a un mínimo de 0,15%. Los expertos estiman que el ente rector deberá aplicar medidas más audaces, como alivio cuantitativo, para reactivar la economía del bloque.
Por su parte, el BoJ ha estado comprando activos desde abril de 2013 en un esfuerzo por tratar de sacar a la tercera economía del mundo de su deflación. Algunos han especulado con que el organismo dirigido por Haruhiko Kuroda podría incluso aumentar su estímulo. Las tasas se han mantenido cercanas a cero desde fines de 2010.
Según Andrew Kenningham, las divergencias se acentuarán en los próximos tres años cuando los tipos del mundo anglosajón suban. El experto de Capital Economics estima que la brecha entre la tasa de EE.UU. y las de la zona euro y Japón podría ser de casi 4 puntos.
El experto comentó a Bloomberg que el fin de la postura común “tendría una influencia considerable sobre los mercados financieros”, con la brecha en los rendimientos de los bonos entre EE.UU. y el resto del mundo incrementándose y el dólar probablemente subiendo.
Fuente: La República