«No somos robots»: el grito desesperado de los empleados de Amazon en Reino Unido

Judith Mora-Coventry (Reino Unido), 14 mar (EFE).- Turnos semanales de hasta 60 horas por apenas el salario mínimo, pies y espaldas destrozados y escasez de baños en unas enormes instalaciones son algunas de las denuncias de los trabajadores de Amazon en la ciudad inglesa de Coventry, que mantienen la mayor huelga contra el gigante en el Reino Unido.

Tras su primer e histórico paro el 25 de enero, un grupo de casi 500 empleados afiliados al sindicato GMB ha elevado la presión con otra medida de fuerza desde el lunes hasta el viernes en protesta por sus salarios y unas condiciones laborales que consideran abusivas.

En medio de una nevada que eventualmente dio paso al sol, los huelguistas participaron en la mañana de este martes en un piquete con el que consiguieron detener la entrada de varios camiones de la empresa con mercancía. Por la tarde, les sustituirán los del turno de noche, en una pauta que se repetirá los cinco días.

LA LUCHA POR EL RECONOCIMIENTO SINDICA

Mientras algunos de ellos tratan de persuadir a colegas que llegan a trabajar de que se unan a la huelga, otros se calientan alrededor de una fogata o toman un té caliente cortesía de GMB.

«Desde el inicio de la disputa, hemos multiplicado el número de miembros (sindicados) en este centro de distribución», uno de los mayores del país con el tamaño de ocho campos de fútbol, declara a EFE el portavoz del sindicato, Tom Rigby.

Rigby explica que, además de pedir un aumento de 10,5 libras (11,8 euros) por hora a 15 libras (17 euros), el objetivo es reclutar a más de la mitad de la plantilla de la planta -de 2.000 personas según la dirección, aunque la cifra es disputada- para forzar por ley a Amazon a aceptar la representación sindical y la negociación colectiva

En abril de 2022, un almacén de la multinacional estadounidense en Nueva York se convirtió en el primero en obtener ese reconocimiento en Estados Unidos, en lo que se consideró una victoria de los trabajadores sobre la compañía, conocida por su posición contraria a los sindicatos.

ESTRÉS Y ENFERMEDAD

Emilia Gradinaru, una rumana de 47 años que trabaja en el centro de Coventry desde su apertura en 2018, es una de los muchos empleados que se quejan del daño que les causa el «calzado de seguridad» que están obligados a utilizar.

Además de unos pies llenos de durezas, experimenta constantes dolores de espalda, debido al peso que debe cargar sin poder sentarse durante su turno de 10 horas. Es de las que hace 60 horas a la semana, en lugar de 40, para poder subsistir ante el encarecimiento del coste de la vida.

«Somos personas, no robots», dice a EFE, haciéndose eco de uno de los eslóganes de la huelga, para explicar el constante control y reprimendas a los que están sometidos por parte de sus superiores.

«Siempre nos exigen rendir más, nunca es suficiente. Yo me estoy dejando la salud y no veo la luz del día», añade Justyna Nowak, una polaca de 35 años.

Frente a la condena generalizada de unos objetivos excesivos, un portavoz de Amazon dijo a EFE que «las métricas de rendimiento se evalúan periódicamente y se basan en puntos de referencia basados en el historial de rendimiento real de los empleados».

«Observamos su desempeño y luego establecemos esa medida, siempre con la seguridad en mente», explicó.

Otra de las quejas más comunes entre los huelguistas es la insuficiencia de lavabos en unas instalaciones con más de 14 kilómetros de cintas transportadoras, lo que en algún caso ha motivado, según cuentan, que orinen en botellas.

La empresa dice en cambio que «todos los empleados tienen fácil acceso a las instalaciones sanitarias, que se encuentran a poca distancia a pie de su lugar de trabajo, y pueden usar el baño cuando sea necesario».

Varios trabajadores contaron a EFE incidentes de lesiones y problemas de salud, incluidos abortos espontáneos y vahídos, en los que la dirección fue reacia a llamar a una ambulancia, presuntamente para no ensuciar su imagen.

«Yo llevo dos prótesis en la rodilla y un día me hice daño y no podía moverme. En lugar de llevarme al hospital de urgencia, me hicieron llamar a mi marido para que viniera a buscarme», cuenta Marie Connelly, de 57 años.

El portavoz de Amazon manifestó, por su parte, que «mantener a nuestros empleados seguros es la prioridad número uno y lo más importante que hacemos».

«Trabajamos en estrecha colaboración con expertos en salud y seguridad, realizamos miles de inspecciones en nuestros edificios y buscamos activamente la opinión de la gente sobre cómo podemos mejorar su bienestar en el trabajo», declaró.

Sea por falta de voluntad o de comunicación, parece que los empleados que se manifiestan esta semana a las puertas de la planta de Coventry no se sienten escuchados. EFE

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