Por Augusto Fabrini, analista.
La reciente crisis de credibilidad sobre la calidad del dólar como “moneda global” ha generado una batalla en los mercados financieros y ha polarizado el escenario internacional. Por un lado, los Estados Unidos, que no quieren perder el privilegio de este estatus, necesitan sostener déficits comerciales para que el mundo tenga dólares con los cuales pagar las deudas y obligaciones asumidas en esa moneda. Por el otro, países como China, Rusia y algunos integrantes del BRICS cuestionan la legitimidad de esta situación, así como la calidad del dólar como una “moneda mundial” que puede ser inflada según los intereses de la FED (un consorcio de bancos y banqueros) o de políticos y presidentes de los Estados Unidos.
El gobierno estadounidense se ha esforzado por demostrar a los países socios más cercanos que el dólar puede volver a ser una moneda y tener las cualidades esperadas de una moneda con este estatus (hablé sobre las cualidades esperadas del dinero en mi último artículo “La hora del reset: la fuerza del dólar es también su mayor fragilidad”. Por otro lado, un eje de países que históricamente han cuestionado este sistema desea, ya sea tomar parte de este poder como moneda global, o disminuir la injerencia de la FED sobre el mundo.
Lo que se ha convertido en una batalla comercial abierta llevó al equipo económico de los Estados Unidos y al actual presidente, Donald Trump, a intensificar las políticas tarifarias agresivas para defender el dólar americano, buscando reducir la gigantesca y históricamente creciente deuda pública de los Estados Unidos.
Las actitudes de los Estados Unidos han reavivado el debate sobre el futuro de las reservas monetarias globales. Como mencioné en mi último artículo, “La hora del reset: la fuerza del dólar es también su mayor fragilidad”, el dólar enfrenta un dilema estructural: mantener su abundancia para sostener la economía global o adoptar la austeridad, arriesgando crisis cambiarias y la desestructuración de las cadenas productivas y comerciales globales. En aquel texto, también señalé que, ante esa fragilidad, activos como el oro y el bitcoin podrían surgir como alternativas al dólar.
Con este escenario de fondo, el bitcoin —creado hace casi 16 años y antes considerado improbable— ha ganado fuerza y demostrado su robustez como tecnología, mientras que el oro, históricamente una reserva de valor, también se destaca.
¿Estará el dólar, que representa el 60% de las reservas globales, realmente amenazado por estos activos?
La erosión de la confianza en el dólar
El dólar ha sido el ancla del sistema financiero global desde el Acuerdo de Bretton Woods, en 1944, e incluso después de su ruptura en 1971, tal vez por falta de opciones o inercia cultural, el acuerdo se mantuvo con un solo cambio: las monedas del mundo ya no tendrían respaldo a partir de entonces.
Hoy, sin embargo, las señales de fragilidad creadas por esa falta de respaldo son evidentes. La deuda pública estadounidense, que hoy supera los US$ 36 billones (120% del PIB), y los intereses sobre esa deuda alcanzaron los US$ 952 mil millones solo en 2025. El déficit fiscal, que llegó al 6,4% del PIB en 2024, crece con los gastos públicos y los recortes de impuestos de Trump, estimados en US$ 15 billones a lo largo de una década.
Esta trayectoria insostenible ha debilitado la confianza en el dólar y su potencial como reserva de valor. Desde mediados de enero de 2025, el dólar había perdido fuerza y llegó a caer un 9% frente a una cesta de monedas globales, una caída rara y significativa. El índice DXY, que mide la fuerza del dólar, retrocedió de 110 puntos a principios de abril a 104, reflejando la salida de inversionistas en busca de activos más seguros. Larry Fink, CEO de BlackRock, con más de US$ 11 trillones bajo su gestión, advirtió que, si los Estados Unidos no controlan su deuda, el dólar podría perder su estatus de moneda de reserva frente a activos digitales como el bitcoin.
Bitcoin como alternativa: ¿Realidad o utopía?
Como señalé en “La Hora del Reset”, activos como el oro y el bitcoin pueden surgir como alternativas al dólar en medio de su fragilidad. El bitcoin, que alcanzó los US$ 74 mil en abril de 2025 tras una caída del 16% en el año, ha sido señalado como una potencial reserva de valor. Su escasez programada —con un límite de 21 millones de unidades— y su naturaleza descentralizada atraen a quienes buscan protección contra la inflación y la devaluación de monedas fiduciarias. Países como El Salvador ya lo adoptan como moneda de curso legal, y los Estados Unidos establecieron una Reserva Estratégica de Bitcoin, aunque limitada a activos confiscados.
BlackRock, la mayor gestora de activos del mundo refuerza esta narrativa: su ETF de bitcoin, el iShares Bitcoin Trust (IBIT), alcanzó los US$ 50 mil millones en activos, con la mitad proveniente de inversionistas minoristas. Larry Fink destacó que el bitcoin puede ser una “apuesta más segura” que el dólar si la deuda estadounidense sigue creciendo.
Paralelamente, el oro, que alcanzó los US$ 3.400 por onza en abril de 2025, con una suba superior al 15% en el año, también gana fuerza como refugio seguro en tiempos de incertidumbre. La desglobalización y las tensiones geopolíticas, como la guerra comercial entre Estados Unidos y China, favorecen activos neutros y descentralizados como el bitcoin y tradicionales como el oro, sin embargo, hay escepticismo.
Para ser una moneda de reserva global, el bitcoin necesitaría ser ampliamente aceptado como medio de intercambio, unidad de cuenta y reserva de valor —criterios que, según economistas, aún no cumple plenamente. Muchos economistas señalan que el bitcoin necesita probar su valor a lo largo del tiempo, algo que el oro ya ha hecho durante siglos. Además, su volatilidad (una caída de US$ 10 mil en un fin de semana) y los riesgos de custodia (por ejemplo, la pérdida de claves privadas) son barreras psicológicas significativas.
El rol de Paraguay en este nuevo escenario
En Paraguay, el bitcoin puede traer oportunidades y cuenta con una comunidad vibrante que se extiende por el país. Grupos se organizan y perfiles en redes sociales como en X – @BTCParaguay o Instagram – @BitcoinParaguay se estructuran y trabajan para ampliar el conocimiento y su consecuente adopción.
Grupos de “bitcoineros” organizan encuentros mensuales (la agenda y los lugares se pueden consultar aquí – https://lu.ma/bitcoinparaguay), capacitaciones sobre autocustodia, grupos de compra y venta del activo vía P2P (persona a persona), además de incentivar a empresarios a adoptarlo, lo que se ha vuelto cada vez más común y reúne a más personas.
La energía barata de las hidroeléctricas de Itaipú y Yacyretá —que generan el 100% de la demanda interna y exportan el 80% de la producción— atrae a mineros de Bitcoin. En 2024, el sector de minería de criptomonedas generó 2.500 empleos directos en el país, pero también aumentó el consumo energético en un 8%, lo que ha generado algunas críticas sobre la sostenibilidad.
Para los empresarios paraguayos, el bitcoin puede ser una protección contra la devaluación del guaraní, que cayó un 11,3% en 2024.
Con una inflación local del 5,1%, aprender de la cultura judía a diversificar las inversiones —“no poniendo todos los huevos en una sola canasta”— y, principalmente, asignando una parte de las reservas a activos digitales puede proteger contra pérdidas.
Sin embargo, la volatilidad del bitcoin exige conocimiento, estudio y cautela. Una estrategia híbrida, combinando criptomonedas y activos tradicionales como el oro, puede ser más segura, garantizando la tranquilidad del inversionista sobre la solidez de sus reservas.
Un futuro incierto para el dólar y el bitcoin
El dólar sigue siendo la moneda de reserva dominante, pero su posición no es eterna. La creciente adopción del Bitcoin, apoyada por instituciones como BlackRock y políticas pro-cripto en los Estados Unidos, señala un futuro donde los activos digitales podrían coexistir con las monedas tradicionales. Ray Dalio, de Bridgewater, advirtió que la falta de control de la deuda estadounidense puede minar la confianza global en el dólar, abriendo espacio para alternativas como el nuevo bitcoin y el ya consolidado oro.
Por otro lado, el bitcoin necesita superar barreras prácticas para convertirse en una verdadera moneda de reserva. Jack Dorsey, ex-CEO de Twitter, argumenta que el bitcoin debería enfocarse en ser un medio de intercambio peer-to-peer (P2P), no solo un activo de reserva.
Mientras tanto, Paraguay se posiciona cada vez más como un centro de minería de criptomonedas, pero debe enfocarse en la seguridad jurídica e invertir en infraestructura energética para consolidar su crecimiento y sostenibilidad.
Los próximos años serán decisivos. Si el dólar continúa su trayectoria de debilitamiento, el bitcoin podría, sí, emerger como una reserva global —pero el camino será largo y lleno de incertidumbres.
Para quienes buscan constituir su patrimonio de manera antifrágil, la clave es diversificar: el futuro de las finanzas globales exigirá flexibilidad y visión estratégica. Si no se tiene tiempo para estudiar cómo hacerlo, el inversionista debe buscar una orientación profesional, isenta y calificada, que garantice una estrategia sólida en tiempos de transición.
